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viernes, 20 de enero de 2012

ERDIAN, en el medio


Desde hace tiempo, puedo decir que hay algo que me preocupa.

Hace años  tuve la suerte  de viajar a Javier, un pequeño pueblo de la comunidad foral de Navarra. Allí pernocté durante algo más de una semana en  el Castillo de San Francisco Xavier, un lugar digno de visitar, donde el silencio de la naturaleza hacía eco en tu interior y era capaz de calar en los huesos inquebrantables. Aquello era mágico, era inevitable reflexionar sobre tu pasado, presente y futuro.

Un día decidimos visitar la villa de Azpeitia en el País Vasco. 180km de nada nos separaban de otro bonito pueblo, ¿por qué no visitarlo? Antes de salir, nos aconsejaron no llevar nada que provocase rechazo o discordia (entendido por esto cualquier polo o jersey rojo-amarillo, haciendo alusión a la bandera, cualquier pulsera que tuviera los colores nombrados o cualquier ítem semejante) y que por favor no llamásemos demasiado la atención.

El viaje fue tranquilo pero allí ocurrió algo digno de contar. Fue para mí impactante una imagen que no seré capaz de borrar en toda mi vida. A la derecha una foto de un hombre con millones de ramos de flores a los pies. En una valla publicitaria (podéis imaginar el tamaño). A su izquierda otra foto más o menos del mismo tamaño, pero esta vez, tenía manchas de pinturas y grafitis a los lados.

No fui capaz de leer nada, estaba en euskera y el autobús iba muy rápido. Al bajar del mismo, tuve un interés incapaz de saciar, de saber que ponían aquellos carteles tan singulares. Me separé del grupo, me excusé de mal modo aludiendo a comprar “recuerditos”. Y huí. Huí en busca de mi respuesta. Recuerdo andas más de 20 minutos intentando volver atrás sobre nuestros propios pasos. Al llegar me quedé muda. Muda e inmóvil. Mis ojos no daban crédito a lo que vi. Más de una lágrima recorrió mi mejilla.

Aquel cartel con cantidad de ramos de flores a sus pies era de un miembro de la banda ETA, vecino del pueblo y querido por todos. Era defendido y muy apoyado. Por lo que ponía en la reseña vivía a ese lado de la calle. Me daba miedo hasta pararme a descifrar el Euskera (no conozco a penas la lengua, por lo que tarde bastante en entenderlo todo). Estaba detenido, estaba preso acusado de asesinato.

El otro cartel con pintura arrojada por la cara y  con grafitis a los lados era de un vecino del pueblo y querido por todos. Era defendido y muy apoyado. Por lo que ponía en la reseña vivía a ese lado de la calle. Me daba miedo hasta pararme a descifrar el Euskera (no conozco a penas la lengua, por lo que tarde bastante en entenderlo todo). Estaba muerto, fue  asesinado por un Etarra.

Esta historia es muy parecida a la anterior ¿no? Que de semejanzas ¿no? Ha sonado todo un poco repetitivo...

Tanto miedo me daba mirar ambos carteles que me coloqué en un lugar estratégico. ERDIAN. En el medio. Y buscaba una respuesta aquello. Lloraba.

Me puse mis gafas de sol intentando disimular y una chica joven se me acerco preguntándome por un lugar en euskera. Le dije que lo sentía mucho, pero que no era de allí, solo estaba de visita. Ella lo notó, lo vio todo en mi voz quebrada. No sé cómo ni porqué pero se sentía en la obligación de darme una respuesta. “NO TODO LO QUE VES ES REAL”,  en una frase dijo  ella más de lo que yo llevo en esta entrada. Conseguí parar de llorar. Pero algo pasaba porque su voz se quebraba. Al verme ahí parada entendió que había algo que yo no era capaz de explicarme. Según ella, preguntarme por un destino fue una simple excusa para poder entablar conversación. Intentó explicarme de un modo sutil, lo que es sentirte espiado en tu propia casa, lo que es no poder luchar por lo que quieres.

No todo el pueblo estaba a favor de ETA ni mucho menos, pero hay veces que debes sacrificar tu libertad de expresión a cambio de tu libertad “de vida”. Era duro. Según ella hubo tiempos mejores. No siempre tenías que ver el cartel de un asesino en mitad de la calle. Pero tampoco siempre había asesinatos.

Yo pensaba en la familia de ese pobre hombre asesinado, viendo la cara de su hijo manchada de pintura. Sin un solo ápice de recuerdo bonito. Por lo visto ahí me equivoqué y me señaló cada flor violeta que había en los balcones de la avenida. MIRA CADA FLOR. MIRA CADA FLOR DE ESTA LARGA AVENIDA. AHÍ, EN EL SILENCIO,  ES UN GRAN RECONOCIMIENTO HACIA SU PERSONA.  Al fijarme con detenimiento era real, la gran mayoría de las casas, tenía plantas con flores violetas. Incluso el bar donde más tarde tome un café con mis amigos tenía una flor.

No sé ni sabré jamás si la flor violeta tiene esa real justificación o simplemente les gustaba el color. Pero Artizar supo calmar mi dolor, supo darme una respuesta. Una justificación a ese sentimiento de desesperación del pueblo. ¿A qué punto hemos llegado? ¿Qué podemos hacer en ese tipo de situaciones? En esta sociedad donde mandan unos pocos, tengo el deseo de seguir cambiando lo que creo que está mal.

Artizar era joven, creo recordar que tenía veintitantos, hoy en día tendrá más de veintitantos pero espero que no haya perdido su espíritu y esperanza. Tuvo palabras confortables para mí en un momento doloroso. Me invito a colocarme siempre ERDIAN en los problemas. 

Nunca te posiciones en un extremo, pues serás incapaz de entender el lado opuesto. Todo lo que veo no es real. Debo tratar al pederasta para buscar solución a lo que provocó que llegue a ese punto. Y digo pederasta porque creo que es uno de los que más me cuesta comprender. Digo el borracho porque creo que es uno de los que más difícil lo pasa, pues la tentación está siempre próxima. Y digo el preso porque nunca volverá a ser tratado igual, en su expediente siempre quedara eso. Digo aquel chico que sufrió abusos durante 3 largos años que marcaran su futuro. Y digo esa señora mayor que no tiene a nadie y cree que su existencia es inútil. Digo tantas cosas que pueden pasar.

Procura no dejarte llevar por las primeras impresiones o es muy probables que erres en tu conclusión. No olvides nunca a la otra cara de la moneda.
Y abrirse así es muy doloroso, jamás comenté esta conversación con nadie, excepto el hecho de que los carteles fueron vistos por más compañeros de viaje que no entendían el suceso. Yo me limité a encontrar paz en mis dudas. Había encontrado la tranquilidad.

P.D: Creo a ver resaltado casi todo de aquel suceso con fiabilidad, pero también es cierto que hace años de esta conversación, por lo que es probable que haya cosas inventadas y/o olvidadas. Gracias Tontxu por explicar con tu música una situación tan complicada, Loreto eres una intérprete increíble (y no porque seas mi hermana).  Espero que se haya entendido totalmente el objetivo de esta entrada. 

3 comentarios:

  1. Qué gran entrada, me has trasladado a esa situación.

    Escribes muy bien, espero más publicaciones como esta, que nos muestran la cruda realidad...

    Un saludo desde Gijón.

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  2. Si al leerte sollozo, no pasa nada, es la paz que sale de mi alma

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  3. Estoy orgullosa de que haya personas como tu en este mundo

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